La gran mayoría simplemente acepta el pecado como una aflicción incurable e ineludible, y por la miseria que produce. Los judíos en los días de Cristo tenían los mismos puntos de vista sobre la enfermedad, pero el Salvador demostró que no hay poder, ya sea el poder de la enfermedad física o espiritual, que pueda resistir su gracia salvadora.
Velad Debidamente demuestra audazmente que lo que muchos aceptan como lo mejor que el Señor puede y hará por ellos es mucho menor de lo que el Señor tiene en mente. Su mandato es no pecar, y, en la medida en que todos sus mandamientos no cambian, Él está invitando a las almas a servirse de las disposiciones omnipotentes que ha preparado para los perdidos y los errados.
Velad Debidamente ofrece una nueva esperanza y una confianza recuperada en el poder salvador de Dios e indica que la antigua vida de derrota continua puede ser reemplazada por una de victoria constante.
